Descargar gratis libro Un unico Dios
El pueblo hebreo ingresa a Egipto gracias a José. José era hijo de Jacob. El
pueblo hebreo vive en Egipto cuatrocientos años hasta que Dios los lleva al
desierto.
Esta historia se comprende mejor desde lejos. ¿Para qué van lo hebreos a Egipto?
¿que función cumple Egipto en esta historia? ¿cual es el sentido de que los
hebreos sean oprimidos durante cuatrocientos años?
Cuando lo hebreos entran a Egipto era setenta (70) y cuando salen, cuatrocientos
años después, eran seiscientos mil (600.000). Egipto funcionó como una
incubadora, como un lugar de entrenamiento, ya que al salir el pueblo hebreo se
había convertido en el ejército de Dios.
Dios pone a los hebreos en Egipto para prepararlos para el trabajo posterior.
Primero: ¿porque en Egipto? y segundo ¿para que tarea?
Los pone en Egipto porque este va a ser ejemplo del poder del Dios de los
hebreos. Este poder ejemplar no habría tenido efecto sobre un pueblo pequeño, no
habría cumplido su objetivo que era mostrar a todos el poder del Dios de los
hebreos. Egipto no era cualquier pueblo, Egipto era el pueblo más avanzado de la
época, y tenía sus dioses, dioses que no pudieron hacer nada frente al Dios de
los hebreos. Y alrededor de Egipto había un sinnúmero de otros pueblo que veían
a los egipcios como un referente, y que, cuando vieron lo que el Dios de los
hebreos hizo al pueblo egipcio empezaron a mirar con distintos ojos a este nuevo
Dios, que además, y muy importante, era uno solo.
Pensemos que todos tenían muchos dioses, así que probablemente se reirían de los
hebreos por tener uno sólo, es más, seguramente dirían ¿como un sólo Dios puede
hacer el trabajo de cientos? ¡imposible!
Pero el Dios de los hebreos arrasó a los egipcios, y a sus dioses, y esto hizo
que los pueblo de alrededor observaran, con más atención, a este pequeño pueblo
hebreo que tenía un sólo Dios, un único y poderoso Dios.
"Yahveh endureció el corazón de Faraón" (Exodo 9,12).
Éxodo, la liberación de Egipto
Asume un nuevo rey en Egipto que nada sabía de José y al comprobar que los
israelitas eran más numerosos y fuertes que ellos les advirtió a los egipcios
que debían tener cuidado con ellos para que no siguieran multiplicándose, no
fuese a ocurrir que de entrar en una guerra se pusieran del lado de sus
enemigos.
Entonces, les impusieron trabajos más pesados y los usaron para erigir ciudades
de depósito como Pitom y Ramsés, pero cuanto más los oprimían más se
multiplicaban lo que les daba a los egipcios cada vez más temor. Esto los llevó
a darles los peores trabajos, los más serviles, los más crueles.
El rey ordenó a las parteras que si el recién nacido, de los hebreos, era varón
lo mataran en el momento. Pero las parteras tenían miedo de Dios y no le
hicieron caso. "Respondieron las parteras a Faraón: "Es que las hebreas no son
como las egipcias. Son más robustas, y antes que llegue la partera, ya han dado
a luz". Y Dios favoreció a las parteras. El pueblo se multiplicó y se hizo muy
poderoso. Y por haber temido las parteras a Dios, les concedió numerosa prole.
Entonces Faraón dio a todo su pueblo esta orden: "Todo niño que nazca lo
echaréis al Río; pero a las niñas las dejaréis con vida"." (Éxodo 1:19-22)...
Y viene la primera plaga de Egipto.
Dios envía a Moisés para que salga al encuentro del faraón cuando éste va al río
a la mañana y le diga que, debido a que no los deja salir de Egipto, él, Moisés,
va a transformar el agua del río en sangre por obra de su dios Yahveh.
Lo dijo y lo hizo. Aarón extendió sus manos y su cayado sobre todas las aguas de
Egipto, sobre el río, sobre las lagunas, y sobre todos sus depósitos de agua, y
ésta se convirtió en sangre, los peces murieron y el río apestó. Pero los sabios
de Egipto hicieron lo mismo, con lo cual el efecto no fue tan grande.
Otra vez los sabios de Egipto son capaces de emular la acción de Dios.
Obviamente Yahveh sabe que los sabios son capaces de realizar estas proezas y
eso hace que se confíen y hablen. Y que el pueblo egipcio hable, y que los
pueblos de alrededor hablen.
Esto se había convertido en una lucha de resistencia entre israelitas y
egipcios.
Me imagino que todos observarían estos acontecimientos, esperando ver en qué
momento los egipcios arrasarían a los israelitas. Y, por otra parte, seguramente
dirían entre ellos: "esta gente está loca, ¿cómo se van a enfrentar con los
egipcios?, es un suicidio".
Pero no, no estaban locos, ni era un suicidio.
Y vino la segunda plaga de Egipto.
"Pasaron siete días desde que Yahveh hirió el Río. Y dijo Yahveh a Moisés:
"Preséntate a Faraón y dile: Así dice Yahveh: "Deja salir a mi pueblo para que
me dé culto". Si te niegas a dejarle partir infestaré de ranas todo tu país. El
Río bullirá de ranas, que subirán y entrarán en tu casa, en tu dormitorio y en
tu lecho, en las casas de tus servidores y en tu pueblo, en tus hornos y en tus
artesas. Subirán la ranas sobre ti, sobre tu pueblo, y sobre tus siervos"."
(Éxodo 8:1-10).
Analicemos esto, al parecer los sabios egipcios vuelven a ser capaces de emular
el milagro, pero ya no pueden deshacerse de las ranas, aquí empieza a marcarse
la diferencia entre lo que hace Dios y lo que hacen los egipcios. Porque Moisés
pudo hacer que Dios eliminara las ranas de Egipto, pero no los sabios, quienes
sí habían podido traerlas, pero no pudieron matarlas.
Y llegó la tercera plaga de Egipto.
"Dijo Yahveh a Moisés: "Di a Aarón: extiende tu cayado y golpea el polvo de la
tierra que se convertirá en mosquitos sobre todo el país de Egipto". Así lo
hicieron: Aarón extendió su mano con el cayado y golpeó el polvo de la tierra; y
hubo mosquitos sobre los hombres y sobre los ganados. Todo el polvo de la tierra
se convirtió en mosquitos sobre todo el país de Egipto. Los magos intentaron con
sus encantamientos hacer salir mosquitos, pero no pudieron. Hubo, pues,
mosquitos sobre hombres y ganados. Dijeron los magos a Faraón: "¡es el dedo de
Dios!" Pero el corazón de Faraón se endureció, y no les escuchó, como había
dicho Yahveh." (Éxodo 8:12-16).
Ahora los sabios ya ni siquiera pueden hacer lo mismo que Dios. Esto ya los pone
en estado de atención y dicen es el "dedo de Dios".
Por supuesto que el faraón no desiste, ya había dicho Dios que Él mismo iba a
hacer que el faraón no los dejara salir. Esto es simplemente un proceso
necesario, un ir y venir, y crear expectativa. Si con la primera plaga la gente
se preguntaba qué está pasando en Egipto, con la tercera ya estaban todos
atentos, y se preguntarían: ¿en qué va a terminar esto?
Y vino la cuarta.
"Yahveh dijo a Moisés: "Levántate muy de mañana, preséntate a Faraón cuando vaya
a la ribera, y dile: Así dice Yahveh: "Deja salir a mi pueblo, para que me dé
culto". Si no dejas salir a mi pueblo, mira que voy a enviar tábanos contra ti,
contra tus siervos, tu pueblo y tus casas, de manera que las casas de los
egipcios y hasta el suelo sobre el cual están se llenarán de tábanos. Pero
exceptuaré ese día la región de Gosen, donde está mi pueblo, para que no haya
allí tábanos, a fin de que sepas que yo soy Yahveh en medio de la tierra; haré
distinción entre mi pueblo y el tuyo. Este prodigio sucederá mañana". Así lo
hizo Yahveh, y un enorme enjambre de tábanos, vino sobre la casa de Faraón y las
casas de sus siervos; y toda la tierra de Egipto; la tierra fue devastada por
los tábanos. Entonces llamó Faraón a Moisés y a Aarón y les dijo:...
Vino la quinta plaga en Egipto.
Moisés de nuevo fue a ver al faraón, y le pidió que los dejara salir, y el
faraón se negó, y Dios envió la plaga.
Esto empieza a parecerse a un trámite. Pero, bueno, era necesario.
En esta oportunidad, todo el ganado de los egipcios murió, pero no el de los
israelitas: otra vez la plaga distingue lo que es de los egipcios de los que es
de los israelitas.
"Yahveh dijo a Moisés: "Preséntate a Faraón y dile: Así dice Yahveh, el Dios de
los hebreos: "Deja salir a mi pueblo para que me den culto". Si te niegas a
dejarles salir y los sigues reteniendo, mira que la mano de Yahveh caerá sobre
tus ganados del campo, sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos,
sobre la vacadas y sobre las ovejas; habrá una grandísima peste. Pero Yahveh
hará distinción entre el ganado de Israel y el ganado de los egipcios, de modo
que nada perecerá de lo perteneciente a Israel". Y Yahveh fijó el plazo,
diciendo: "Mañana hará esto Yahveh en el país". Al día siguiente cumplió Yahveh
su palabra y murió todo el ganado de los egipcios; mas del ganado de los
israelitas no murió ni una sola cabeza. Faraón mandó hacer averiguaciones, y se
vio que del ganado de Israel no había muerto ni un solo animal. Sin embargo, se
endureció el corazón de Faraón y no dejó salir al pueblo." (Éxodo 9:1-7)
¿Se imaginan el daño que esto les causó a los egipcios? ¡Todo el ganado había
muerto!, eso debió ser un tremendo retroceso para ellos, una pérdida económica
muy importante para su país.
Y la sexta plaga de Egipto.
"Dijo Yahveh a Moisés y a Aarón: "Tomad dos grandes puñados de hollín de horno,
y que Moisés lo lance hacia el cielo, en presencia de Faraón; se convertirá en
polvo fino sobre todo el territorio de Egipto, y formará erupciones pustulosas,
en hombres y ganados, por toda la tierra de Egipto". Tomaron, pues, hollín de
horno y presentándose ante Faraón, lo lanzó Moisés hacia el cielo, y hubo
erupciones pustulosas en hombres y ganados. Ni los magos pudieron permanecer
delante de Moisés a causa de las erupciones; pues los magos tenían las mismas
erupciones que todos los egipcios. Pero Yahveh endureció el corazón de Faraón,
que nos les escuchó, según Yahveh había dicho a Moisés." (Éxodo 9:8-12).
Se dan cuenta de que, mientras las plagas asolaban la región - porque realmente
la devastaban -, los egipcios no podían trabajar ni hacer sus vidas normalmente,
por lo que es claro que el país tiene que haberse deteriorado mucho, las
pérdidas deben haber sido incontables. Para Egipto nada fue como antes luego de
la salida de los israelitas .
Séptima plaga.
Moisés se presenta de nuevo ante el faraón, para pedirle que los dejara salir,
éste se niega y Dios envió otra plaga.
"Porque esta vez voy a enviar todas mis plagas sobre ti, sobre tus siervos y
sobre tu pueblo para que sepas que no hay como yo en toda la tierra. Si yo
hubiera extendido mi mano y te hubiera herido a ti y a tu pueblo con peste, ya
habrías desaparecido de la tierra; pero te he dejado con vida, para hacerte ver
mi poder, y para que sea celebrado mi nombre sobre toda la tierra. te opones
todavía a mi pueblo, para no dejarle salir. Pues mira que mañana, a esta hora,
haré llover una granizada tan fuerte, como no hubo otra en Egipto desde el día
en que fue fundado hasta el presente. Ahora, pues, manda poner a salvo tu ganado
y cuanto tienes en del campo; porque el granizo descargará sobre todos los
hombres y animales que se hallan en el campo, y cuantos no se hayan recogido
bajo techumbre perecerán". Aquéllos de los siervos de Faraón que temieron la
palabra de Yahveh pusieron al abrigo a sus siervos y su ganado; mas los que no
hicieron caso de la palabra de Yahveh, dejaron en el campo a sus siervos y su
ganado..
Y viene la octava plaga de Egipto.
"Dijo Yahveh a Moisés: "Ve a Faraón, porque he endurecido su corazón y el
corazón de sus siervos, para obrar estas señales mías en medio de ellos; y para
que puedas contar a tu hijo, y al hijo de tu hijo, cómo me divertí con Egipto y
las señales que realicé entre ellos, y sepáis que yo soy Yahveh." (Éxodo
10:1-2).
Es interesante lo de: "para que puedas contar a tu hijo, y al hijo de tu hijo".
¿no?, obviamente todo el acto era para que los que veían, los que presenciaban
estos hechos, los contaran. Los otros pueblos, los que no eran hebreos ni
egipcios debía ver lo que ocurría y contarlo, narrarlo. a todo el que quisiera
escuchar, debía quedar para la posteridad.
Sigue.
"Fueron, pues, Moisés y Aarón donde Faraón y le dijeron: "Así dice Yahveh, el
Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo te resistirás a humillarte ante mí? Deja
salir a mi pueblo para que me dé culto. Si te niegas a dejar salir a mi pueblo,
mira que mañana traeré langostas sobre tu territorio; y cubrirán la superficie
del país, de suerte que ni podrá verse el suelo. Devorarán lo que os quedó de la
granizada, y comerán todos los árboles que os crecen en el campo. Llenarán tus
casas, las casas de todos los egipcios, como nunca vieron tus padres, ni los
padres de tus padres, desde el día en que existieron sobre la tierra hasta el
día de hoy"...
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