Descargar gratis libro Un unico Dios
¿Siete días?
Y sí., quién no se ha preguntado lo mismo.
Muy bien., aunque se hablan de días, estos días son días de Dios, y siendo Dios
infinito sus días deben de ser en extremo largos, probablemente de millones de
años humanos. Hoy la ciencia calcula unos 4.600 millones de años la formación
del sistema solar y un millón de años la evolución de la especie humana, así que
bien podrían los siete días de Dios ser unos 4.600 millones de años.
Lo importante aquí es rescatar la idea de que Dios crea el cielo y la tierra, y
no el tiempo que le llevó. Pensemos que aunque hayan sido 4.600 millones de años
y que creó por lo menos un sistema solar en una semana, aunque sea la semana de
Dios, considero que continúa siendo una proeza verdaderamente impresionante. Es
muy difícil para la mente finita de un ser humano comprender lo infinito, hasta
-me atrevería a decir- imposible alcanzar a concebir lo infinito e
inconmensurable, justamente. "inconmensurable"....
El origen del pueblo judío, y su motivo de ser
La humanidad había tomado el camino herrado del politeísmo y la adoración a
falsos dioses e ídolos de piedra, por ello, Dios crea un pueblo elegido,
especialmente, para realizar la tarea de erradicar la visión equivocada de creer
que las facetas aisladas de la divinidad eran dioses independientes, cuando en
realidad simplemente eran caras, aspectos, del único Dios.
Para ello Dios crea a este pueblo elegido, el pueblo hebreo, quién se encargará
de tan duro trabajo y preparará el terreno para la llegada del Mesías...
La humanidad desde tiempos ancestrales, desde la más lejana antigüedad ha
sentido la necesidad de trascendencia. Un extrañar del alma, una necesidad de
reconectarse con lo espiritual. Ese mirar hacia el cielo nocturno, alrededor de
una fogata y preguntarse ¿de dónde vengo?, ¿a donde voy?, ¿qué hay después de la
muerte?, ¿quién creó lo que existe? y muchas otras preguntas. Preguntas que
están en el corazón humano y que no son ni más ni menos que la necesidad del
alma que sabe, que conoce, que extraña aquella imagen y semejanza que Dios nos
dio en algún momento cuando los primeros hombres empezaron a caminar la tierra.
Recordemos el texto del Génesis, de la Biblia, el de los siete días:
"Y dijo Dios: "Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó." Génesis, 1
Cómo vemos en el texto, Dios creó "al" hombre a su imagen y semejanza, dice, creó al hombre, no dice creó hombres, por lo que es claro que el hombre era uno más de aquellos animales que él había creado un poco antes, junto con muchas otras especies. Veamos que decía la narración anterior:...
Les aseguro que esta caminata no fue un paseo...
Llevaban quince días en el desierto, y ya habían tenido problemas con el agua, y se inició la perorata, la dudas y los reclamos: "Partieron de Elim, y toda la comunidad de los israelitas llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y el Sinaí, el día quince del segundo mes después de su salida del país de Egipto. Toda la comunidad de los israelitas empezó a murmurar contra Moisés y Aarón en el desierto. Los israelitas les decían: "¡Ojalá hubiéramos muerto a manos de Yahveh en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta hartarnos! Vosotros nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea". Yahveh dijo a Moisés: "Mira, yo haré llover sobre vosotros pan del cielo; el pueblo saldrá a recoger cada día la porción diaria; así le pondré a prueba para ver si anda o no según mi ley. Mas el día sexto, cuando preparen lo que hayan traído, la ración será doble que la de los demás días". Dijeron, pues, Moisés y Aarón a toda la comunidad de los israelitas: "Esta tarde sabréis que es Yahveh quien os ha sacado del país de Egipto; y por la mañana veréis la gloria de Yahveh. Porque ha oído vuestras murmuraciones contra Yahveh; pues ¿qué somos nosotros para que murmuréis contra nosotros?" Y añadió Moisés: "Yahveh os dará esta tarde carne para comer, y por la mañana pan en abundancia; porque Yahveh ha oído vuestras murmuraciones contra él; pues ¿qué somos nosotros? No van contra nosotros vuestras murmuraciones, sino contra Yahveh". Dijo entonces Moisés a Aarón: "Ordena a toda la comunidad de los israelitas: Acercaos a Yahveh, pues él ha oído vuestras murmuraciones". Aún estaba hablando Aarón a toda la comunidad de los israelitas, cuando ellos miraron hacia el desierto, y he aquí que la gloria de Yahveh se apareció en forma de nube. Y Yahveh habló a Moisés, diciendo: "He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: Al atardecer comeréis carne y por la mañana os hartaréis de pan; y así sabréis que yo soy Yahveh, vuestro Dios". Aquella misma tarde vinieron las codornices y cubrieron el campamento; y por la mañana había una capa de rocío en torno al campamento. Y al evaporarse la capa de rocío apareció sobre el suelo del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha de la tierra. Cuando los israelitas la vieron, se decían unos a otros: "¿Qué es esto?" Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: "Este es el pan que Yahveh os da por alimento. He aquí lo que manda Yahveh: Que cada uno recoja cuanto necesite para comer, un gomor por cabeza, según el número de los miembros de vuestra familia; cada uno recogerá para la gente de su tienda"." (Éxodo 15:1-17).
Dios les daba la comida, les enviaba codornices para abastecerlos de carne, y maná para que tuvieran pan. El maná consistía en semillas que aparecían en el rocío de la mañana. Este alimento, no podía guardarse de un día para el otro, lo tenían que comer en el día, porque se pudría inmediatamente; excepto los viernes, en que la ración que recibían era doble y lo que les quedaba se conservaba comestible hasta el sábado.
Los israelitas se alimentaron del maná durante los cuarenta años que duró la marcha en el desierto.
El
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Algunas narraciones de la vida de Jesús
Jesús va en busca de Juan el Bautista.
"Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: "Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?". Jesús le respondió: "Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia". Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: "Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco"." (Mateo 3:13-17)
Recuerden esta frase "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco" porque es
fundamental. ¿Recuerdan a Abraham cuando Dios le pide el sacrificio de su hijo?
¿el sacrificio de su hijo muy amado?, bien, ahora vamos a presenciar el máximo
sacrificio que pueda realizar un padre.
Ya falta muy poco.
Jesús se dirige a Galilea al enterarse que Juan el bautista había sido
encarcelado. Empieza a elegir a los apóstoles, los que parecen haber estado
esperándolo -¿no es interesante esto, de que ni bien Jesús los nombra, abandonan
lo que están haciendo y lo siguen?-. También vemos cómo su fama enseguida se
disemina y llega a otros lugares...
EL REGRESO A CASA LUEGO DE UN TRABAJO BIEN HECHO
"En el año primero de Ciro, rey de
Persia, en cumplimiento de la palabra de Yahveh, por boca de Jeremías, movió
Yahveh el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por
escrito en todo su reino:
"Así habla Ciro, rey de Persia: Yahveh, el Dios de los cielos, me ha dado todos
los reinos de la tierra. El me ha encargado que le edifique una Casa en
Jerusalén, en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, sea su Dios
con él. Suba a Jerusalén, en Judá, a edificar la Casa de Yahveh, Dios de Israel,
el Dios que está en Jerusalén. A todo el resto del pueblo, donde residan, que
las gentes del lugar les ayuden proporcionándoles plata, oro, hacienda y ganado,
así como ofrendas voluntarias para la Casa de Dios que está en Jerusalén".
Entonces los cabezas de familia de Judá y Benjamín, los sacerdotes y los
levitas, todos aquellos cuyo ánimo había movido Dios, se pusieron en marcha para
subir a edificar la Casa de Yahveh en Jerusalén; y todos sus vecinos les
proporcionaron toda clase de ayuda: plata, oro, hacienda, ganado, objetos
preciosos en cantidad, además de toda clase de ofrendas voluntarias...
"El mar se divide y se salva Israel.
Dijo Yahveh a Moisés: "¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa de Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros de los carros. Sabrán los egipcios que yo soy Yahveh, cuando me haya cubierto de gloria a costa de Faraón, de sus carros y de sus jinetes. Se puso en marcha el Ángel de Yahveh que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa y transcurrió la noche sin que pudieran trabar contacto unos con otros en toda la noche. Moisés extendió su mano sobre el mar, y Yahveh hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del Este que secó el mar, y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos de Faraón, y los carros con sus guerreros. Llegada la vigilia matutina, miró Yahveh desde la columna de fuego y humo hacia el ejército de los egipcios, y sembró la confusión en el ejército egipcio. Trastornó las ruedas de sus carros, que no podían avanzar sino con gran dificultad...
"Yahveh endureció el corazón de Faraón" (Exodo 9,12).
Éxodo, la liberación de Egipto
Asume un nuevo rey en Egipto que nada sabía de José y al comprobar que los
israelitas eran más numerosos y fuertes que ellos les advirtió a los egipcios
que debían tener cuidado con ellos para que no siguieran multiplicándose, no
fuese a ocurrir que de entrar en una guerra se pusieran del lado de sus
enemigos.
Entonces, les impusieron trabajos más pesados y los usaron para erigir ciudades
de depósito como Pitom y Ramsés, pero cuanto más los oprimían más se
multiplicaban lo que les daba a los egipcios cada vez más temor. Esto los llevó
a darles los peores trabajos, los más serviles, los más crueles.
El rey ordenó a las parteras que si el recién nacido, de los hebreos, era varón
lo mataran en el momento. Pero las parteras tenían miedo de Dios y no le
hicieron caso. "Respondieron las parteras a Faraón: "Es que las hebreas no son
como las egipcias. Son más robustas, y antes que llegue la partera, ya han dado
a luz". Y Dios favoreció a las parteras. El pueblo se multiplicó y se hizo muy
poderoso. Y por haber temido las parteras a Dios, les concedió numerosa prole.
Entonces Faraón dio a todo su pueblo esta orden: "Todo niño que nazca lo
echaréis al Río; pero a las niñas las dejaréis con vida"." (Éxodo 1:19-22)...
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