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Las plagas de egipto 21/12/2024
"Yahveh endureció el corazón de Faraón" (Exodo 9,12).
Éxodo, la liberación de Egipto
Asume un nuevo rey en Egipto que nada sabía de José y al comprobar que los
israelitas eran más numerosos y fuertes que ellos les advirtió a los egipcios
que debían tener cuidado con ellos para que no siguieran multiplicándose, no
fuese a ocurrir que de entrar en una guerra se pusieran del lado de sus
enemigos.
Entonces, les impusieron trabajos más pesados y los usaron para erigir ciudades
de depósito como Pitom y Ramsés, pero cuanto más los oprimían más se
multiplicaban lo que les daba a los egipcios cada vez más temor. Esto los llevó
a darles los peores trabajos, los más serviles, los más crueles.
El rey ordenó a las parteras que si el recién nacido, de los hebreos, era varón
lo mataran en el momento. Pero las parteras tenían miedo de Dios y no le
hicieron caso. "Respondieron las parteras a Faraón: "Es que las hebreas no son
como las egipcias. Son más robustas, y antes que llegue la partera, ya han dado
a luz". Y Dios favoreció a las parteras. El pueblo se multiplicó y se hizo muy
poderoso. Y por haber temido las parteras a Dios, les concedió numerosa prole.
Entonces Faraón dio a todo su pueblo esta orden: "Todo niño que nazca lo
echaréis al Río; pero a las niñas las dejaréis con vida"." (Éxodo 1:19-22).
Uno de estos niños, que debía ser arrojado al río para morir, era Moisés. Su
madre lo mantiene oculto por tres meses y ante la imposibilidad de continuar
escondiéndolo lo pone en una cesta de papiro y lo deja en el borde del río. Allí
lo encuentra una doncella de la hija del faraón que había bajado a bañarse. La
hija del faraón se da cuenta de que es un niño hebreo y siente lástima, sabía
que estaba allí porque sus padres trataron de salvarlo de la ley del faraón.
Manda a su doncella a que consiga alguien que lo críe, ésta busca a la madre del
niño y le ofrece pagarle. Cuando el niño crece lo llevan ante la hija del faraón
quien lo adopta como hijo suyo, y le pone Moisés que significa "de las aguas lo
he sacado" (Éxodo 2:10-11).
Cuando Moisés ya es mayor, ve los trabajos a los que su gente es sometida. En
una ocasión, presencia cómo un egipcio golpea a uno de sus hermanos y, sabiendo
que nadie lo ve, mata al egipcio.
Ante el temor de ser descubierto huye a la región de Madián, allí conoce a su
mujer y tiene un hijo. En ese largo período, muere el rey de Egipto y los ruegos
del pueblo de Israel llegan a Dios.
"Y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre. Y oyó Dios el
gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios
a los hijos de Israel, y los reconoció Dios." (Éxodo2:23-25).
Dios se presenta a Moisés en el campo, mientras cuidaba las ovejas de su suegro
- Moisés es pastor - , y le anuncia que es el encargado de sacar al pueblo de
Israel de Egipto. Le da instrucciones para que les diga a su pueblo quién es Él,
también le indica el nombre con que lo deben nombrar: Yahveh.
Recordemos que Moisés hacía mucho que no estaba con su pueblo. Dios lo envía a
que se reúna con los ancianos del pueblo israelita, para que con ellos se dirija
a ver al faraón. Moisés le dice a Dios que no es bueno hablando, entonces Él le
ordena que Aarón, su hermano, sea quien hable y quien ejecute sus órdenes.
Este cuestionamiento lo hace enojar bastante a Dios. Y la verdad es que era para
enojarse. Moisés ponía muchos reparos, siempre había un "pero", "sí, pero esto",
"sí, pero lo otro", "que no voy a poder", "que no sé", "que no sirvo". Moisés no
quería tener nada que ver con la misión encomendada, ya veía el pequeño trabajo
que esto le iba a traer.
La verdad, ¿quién hubiera aceptado semejante responsabilidad sin tratar de que
otro se hiciera cargo? Era como estar entre la sartén y el fuego. Pero Dios les
había dado muchas muestras de su poder, y de que los protegía de cualquiera. De
todas maneras este pueblo, el pueblo elegido, tenía mala memoria, y parecía que
no creía que al otro día su Dios iba a seguir estando.
Bien, aquí empieza una danza muy particular entre Moisés, Dios y el faraón.
Dios le dice a Moisés lo que debe hacer cuando esté frente al faraón: pedirle
que los deje salir de Egipto. Al mismo tiempo le aclara que Él va a endurecer al
faraón para que no los deje salir. ¡¿.?!
¿Cómo? ¿Dios mismo va a hacer que el faraón no los deje salir?, ¿y entonces?,
¿para qué envía a Moisés?
Ciertamente. Es claro que toda la acción se encuentra en manos de Dios. Esto es
simplemente espectacular.
Aquí vemos la versión mejorada y aumentada de lo que había pasado con Abimélek.
Una acción de Dios orquestada para generar, en quien mira, una lección. La
acción ocurre sobre gente poderosa, que captura la atención del que observa.
Abimélek no era cualquiera y los egipcios menos.
Si estos hechos se hubiesen realizado sobre un pueblo pequeño, nadie se hubiese
enterado, es más, habría despertado la risa en más de uno, habrían dicho cosas
como: "así que tu dios se ensañó con fulano" y se habrían reído. Pero no con los
egipcios, con los egipcios fue todo lo contrario. El hecho de que el faraón se
negara a una petición de un pueblo que era casi esclavo, un pueblo que estaba
rebajado a los trabajo más crueles e insanos era normal, pero que ese pueblo
doblegara al faraón, eso no era normal, eso sí que no era nada normal.
Pero no nos adelantemos.
Seguramente muchos conocen la historia de las plagas de Egipto, no las siete
plagas, sino las diez plagas, porque fueron diez.
¿Por qué se habla a veces de siete y no de diez? Sí., veamos.
Moisés se presenta al faraón y le dice que su Dios, el dios de los israelitas,
quiere que salgan de Egipto y le celebren una fiesta en el desierto. El faraón
pregunta: ¿Quién es ese dios?, no lo conozco y no voy a dejarlos salir. Moisés
insiste: son sólo tres días. El faraón les dice que no, y que no interrumpan sus
tareas. Además, después de esto, manda a sus capataces para que aumenten las
labores de los israelitas. Dios envía a Moisés a que se presente ante el faraón
y haga demostraciones de poder.
Moisés lo obedece y se presentan frente al faraón. Aarón, a quien Dios le había
encomendado ser su profeta y su voz, arroja su cayado - algo así como un bastón
- al piso el cual se convierte en serpientes. Lo interesante es que los sabios
egipcios que estaban allí en ese momento hicieron lo mismo, también crean
serpientes de sus varas, pero las serpientes de Aarón se comen a las serpientes
de los egipcios. Es interesante como el prodigio de transformar las varas en
serpientes también pudo ser realizado por los egipcios, éste no es un detalle
menor, esto da más fuerza a la historia. El oponente no estaba desprotegido,
tenía cierto poder .
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