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El Diluvio - La primera gran seleccion 20/11/2024
El Diluvio
"Los hijos de Dios y las hijas de los hombres
Noé, descendiente de Adán tenía quinientos años cuando engendró a Sem, a Cam y a
Jafet" (Génesis 5:32).
"Cuando la humanidad comenzó a multiplicarse sobre la haz de la tierra y les
nacieron hijas, vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres les venían
bien, y tomaron por mujeres a las que preferían de entre todas ellas. Entonces
dijo Yahveh: "No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, porque no es
más que carne; que sus días sean 120 años". Los nefilim existían en la tierra
por aquel entonces (y también después), cuando los hijos de Dios se unían a las
hijas de los hombres y ellas les daban hijos: estos fueron los héroes de la
antigüedad, hombres famosos. Viendo Yahveh que la maldad del hombre cundía en la
tierra, y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran puro mal de
continuo, le pesó a Yahveh de haber hecho al hombre en la tierra, y se indignó
en su corazón. Y dijo Yahveh: "Voy a exterminar de sobre la haz del suelo al
hombre que he creado, - desde el hombre hasta los ganados, las sierpes, y hasta
las aves del cielo - porque me pesa haberlos hecho". Pero Noé halló gracia a los
ojos de Yahveh. " (Génesis 6:1-8)
¿Serían los hijos de Dios los hombres del pueblo elegido y las mujeres de los
hombres las mujeres de los otros pueblos? ¿Habrían empezado a mezclarse y de
esta manera se perdía la cadena de sangre directa? Si era así, el mezclarse y
diluirse no iba a servir a los efectos de la creación de este pueblo elegido.
Ésa no era la idea, no era el sentido. El pueblo elegido debía mantenerse puro y
separado, además su conducta debía ser ejemplo para los otros. El pueblo elegido
debía ser un pueblo santo. Pero todo debía ser natural, no debía ser a la
fuerza, debía ocurrir por una diferencia de conciencia entre unos y otros, por
la diferencia de conocimiento espiritual. El pueblo elegido había probado la
fruta prohibida del conocimiento. El pueblo elegido sabía, el pueblo elegido
conocía. ¿Qué era lo que sabía? o ¿qué era lo que debería saber? o ¿cuál era el
conocimiento que a los otros les había sido vedado? Lo veremos más adelante...
Y vino el diluvio.
Y llovió. y llovió.
Sólo Noé y su familia sobrevivieron, con sus animales.
Cuando el agua se retiró y Noé pudo bajar del arca Dios hizo un pacto y una
alianza con Él. Esta alianza o pacto seguiría conservándose y reservándose sólo
para los descendientes de Noé y quienes lo acompañaran, - es interesante esta
acotación: "Dijo Dios: "Esta es la señal de la alianza que para las generaciones
perpetuas pongo entre yo y vosotros y toda alma viviente que os acompaña""
(Génesis 9:13), significa que aunque otra gente (los otros) los acompañaran no
iban a formar parte real del pueblo elegido, pero sí, entraban bajo la
protección de dicho pacto. La alianza, entonces, no era un pacto que incluyera a
los otros pueblos, sino sólo para el pueblo elegido, el pueblo hebreo.
Aquí volvemos a ver que Dios, personalmente, hacía acuerdos con el pueblo
elegido, acuerdos que significaban responsabilidades, grandes responsabilidades.
Ésta es una demostración de poder impresionante por parte de Dios y de infinita
misericordia, porque fácilmente los podría haber eliminado a todos; no obstante,
deja a Noé y su familia porque eran personas honestas, piadosas, buenas, no se
habían desviado del camino, y les permite empezar de nuevo. Sin embargo, y por
otra parte, es un claro intento de hacer reaccionar a ese pueblo para que hagan
las cosas como deben de ser, como Él quiere que las hagan, y al mismo tiempo les
deja la libertad de no hacerlo, el famoso "libre albedrío". Sabemos lo que
debemos hacer, - la acción correcta -, pero somos libres de no realizarla,
aunque después tendremos que hacernos cargo de las consecuencias. El mismo libre
albedrío del Edén. Adán y Eva podrían no haber comido el fruto prohibido.
También es una muestra hacia los otros, los otros pueblos, a quienes esta acción
les dice: si no me tiembla la mano para castigar a mis elegidos mucho menos para
los que no lo son.
Es inevitable pensar que los otros pueblos veían lo que pasaba, o que alguien se
los contaría, y que esas historias terminarían formado parte de sus mitos, ya
que eran historias muy potentes, muy aleccionadoras .
También es importante destacar que Dios deja a Noé vivo, de lo contrario, al
perderse la cadena sanguínea del pueblo elegido, hubiese tenido que empezar todo
de nuevo.
Esta lectura me lleva a ver esta forma de ser de Dios como la de un padre, un
padre que trata de hacer que su hijo, tal vez adolescente, tome conciencia y
empiece a sentar cabeza después de la reprimenda. Un "viste lo que te pasó por
hacer las cosas mal", "tratemos de nuevo".
Maravilloso. Situaciones similares las vamos a encontrar en la Biblia una y otra
vez. Este Dios, Padre, todopoderoso, que trata que sus hijos se comporten y
entiendan que deben crecer y dar ejemplo a los otros, porque son especiales, son
los elegidos.
Si uno repara en que alrededor del pueblo elegido, hay otros que están
observando lo que ocurre, empieza a tener más sentido tanta demostración de
poder. Todo es realizado a lo grande. Todo se hace para que se vea desde lejos,
para que no pase inadvertido.
No alcanza con que lo presencie el pueblo elegido, todos lo deben presenciar.
Todos deben ver el poder del Dios del pueblo hebreo. Un pueblo que tiene un solo
Dios, un poderoso único Dios.
Tengamos en cuenta que en aquella época eran pocos los habitantes del mundo, no
había muchos medios para difundir las noticias, no había teléfono ni internet,
todo tardaba mucho tiempo en transmitirse de un pueblo a otro, todo era oral. Y,
probablemente, cada una de estas acciones se fue convirtiendo en un mito al ser
contado de unos a otros y fue modificado por quien lo contaba y adornado de una
y otra forma, además de que cada culto lo adaptaba a sus dioses.
El mito del diluvio existe en muchas civilizaciones alrededor del mundo. Debe de
haber sido muy impresionante y muy aleccionador: "Mira lo que le pasó a ese
pueblo porque su Dios se enojó con ellos".
Es posible que numerosos pueblos hayan dicho o pensado: "Que suerte que ése no
es nuestro dios". Pero seguramente, cada uno de estos acontecimientos iba
llamando más y más la atención sobre el pueblo hebreo, un pueblo que decía ser
el elegido por Dios, el único dios, su dios, en una época en que cada pueblo
tenía sus propios dioses, y que por lo general eran muchos .
Lo natural debe haber sido que todos dudaran de la existencia de un único dios,
ya que esos pueblos, primitivos, primitivos no sólo tecnológicamente, sino
primitivos espiritualmente, creían que cada fuerza de la naturaleza era un dios
distinto, por eso tenían muchos. Todo aquello que los superaba o que no
comprendían se transformaba en un dios, entonces tenían: el dios sol, la diosa
luna, el dios del mar, el dios de los bosques, y así infinitos dioses. Es más,
es posible que les llamara la atención que un pueblo asegurara tener un único
dios. ¿Quién sería ese dios capaz de hacer el trabajo de cientos de dioses
independientes? Y que además no tenía problemas para realizar demostraciones tan
impresionantes.
Esto debía ser llamativo, sí, muy llamativo, y debía generar todo tipo de
reacciones, desde la risa hasta el escepticismo y seguramente ira por
considerarlos herejes contra sus propios dioses, los dioses de los otros.
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